
La sonrisa es uno de los reflejos simples más valorados en la sociedad contemporánea.
Aquellos que sonríen con frecuencia son considerados más amigables, competentes, sociables e incluso más atractivos.
De los 19 tipos de sonrisas, reflejados en un estudio de la Universidad de San Francisco, en California, Estados Unidos, sólo 6 ocurren cuando estamos pasando un buen momento.
El resto se produce cuando sentimos dolor, vergüenza, incomodidad, horror o cuando estamos tristes.
Una sonrisa también puede significar desprecio, enojo, incredulidad, que estamos mintiendo o que nos sentimos perdidos.
Mientras que las sonrisas genuinas existen como una recompensa en momentos en que hemos hecho algo bueno para nuestra supervivencia, las que no están vinculadas con el bienestar tienen menos que ver con cómo nos sentimos y más con lo que le queremos mostrar a los demás.
La sonrisa sentida
Fue descubierta por el neurólogo francés Duchenne de Boulogne en el siglo XIX y se produce debido a una contracción de los músculos cigomático mayor y menor cerca de la boca, los cuales elevan las comisuras de los labios. No obstante, lo característico de esta sonrisa es que se acompaña de una contracción del músculo orbicular cerca de los ojos, que eleva las mejillas y causa esas típicas arrugas de felicidad alrededor de los ojos. Se afirma que es una sonrisa genuina, no fingida, porque la mayoría de las personas no son capaces de contraer voluntariamente el músculo orbicular.
La sonrisa falsa
Es la típica sonrisa por cortesía en la que no participan los ojos. Es la que esbozamos para las fotos o cuando reímos de una broma que no nos hace gracia. Esta sonrisa se descubre porque las comisuras de la boca se elevan pero los ojos no siguen ese movimiento. Otras pistas que denotan su falsedad es que suele durar demasiado tiempo o aparece demasiado temprano, por lo que da la sensación de que es una sonrisa artificial fuera de tempo.
La sonrisa del miedo
Una de las claves se encuentra en nuestros parientes más cercanos. De hecho, aunque la sonrisa sentida nos parezca hoy día un gesto natural, algunos científicos creen que pudo haber evolucionado de una expresión con un significado muy diferente.
“Cuando los chimpancés bonobos sienten miedo, enseñan los dientes y retraen los labios para mostrar las encías”, le explica a la BBC Zanna Clay, primatóloga de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido.
Es un gesto de sumisión, usado por los individuos de menor estatus para tranquilizar a los miembros dominantes del grupo.
Y aunque no tendemos a asociar la sonrisa con la sensación de temor en los seres humanos, hay indicios que muestran que la sonrisa miedosa pudo haber permanecido.
La sonrisa triste
Hoy sabemos que, tal como suponía Darwin, la sonrisa es instintiva, pero no surge sólo para expresar felicidad. La “sonrisa triste”, por ejemplo, (en la que la boca asume una forma asimétrica y el rostro tiene una expresión de tristeza profunda) es una expresión de estoicismo.
La sonrisa avergonzada
La persona se sonroja o por la situación incómoda que la precede. También suele verse acompañada por una inclinación leve de la cabeza hacia abajo y hacia la izquierda.
La sonrisa calificada
Es aquella que intenta suavizar una noticia poco agradable, como por ejemplo cuando la recepcionista le debe decir a una persona que estuvo esperando por media hora que la próxima cita disponible es dentro de un año. Es quizá una de las sonrisas más irritantes ya que obliga al receptor de la sonrisa a sonreír en respuesta.
La sonrisa de desprecio
Indica una mezcla de disgusto y resentimiento. Es muy parecida a la de verdadero placer, excepto que las comisuras de los labios se muestran más tensas.
La sonrisa maliciosa
Surge cuando nos alegramos por la desgracia ajena. Por razones obvias, cuando sabemos que alguien nos está mirando tratamos de tapar la sonrisa con una expresión de enojo y lo que surge como resultado en un sonrisa rígida, típica de los villanos de las películas de terror.
La sonrisa coqueta
Como la que exhibe la Mona Lisa. Desde hace décadas, los psicólogos consideran que la obra de Leonardo da Vinci captura un acto de seducción. La modelo sonríe radiante mientras mira a lo lejos, luego mira hacia el costado, esboza una sonrisa avergonzada y rápidamente vuelve a posar su mirada en la lejanía.